JAVIER SAMAYOA

L a maldad no es una cuestión exclusiva solo de los hombres. Igualmente la calidad de ser humano no es una cuestión solo de las mujeres. En todo caso, todos cometemos errores y nos equivocamos. Nadie es perfecto. Últimamente, al observar los periódicos del día observo con preocupación que cada vez mujeres, de todas las edades, protagonizan hechos delincuenciales. Es hasta normal que engalanen la “nota roja”. Hay secuestradoras, extorsionistas, narcotraficantes, pandilleras, estafadoras y asesinas. Algunas incluso son cabecillas de estos grupos criminales. Un caso particular que me llamó la atención fue el de la niñera Ingrid Marleny Catú Zalazar que abusaba de menores y los filmaba para difundir los videos en una página de internet mexicana. Recientemente se reportó la captura de “La Reina de las Extorsiones del Sur”, Merly Chij. Pero el caso que más me conmovió a mí y dio de qué hablar en muchos estratos sociales es el de la niña Jennifer Vásquez de 3 años de edad asesinada a golpes...

El perdón es difícil. Implica dejar libre a una persona “que debe”. El perdón es la libertad del pasado. Es liberarse de la persona abusadora que lastimó. Todas esas personas que hoy exigen “justicia” tienen en lo más profundo de su alma un registro contable de quién le debe qué. Tienen un sentimiento que les mortifica los tuétanos y las entrañas por cada atrocidad cometida por la bota asesina. Muchas de estas personas, en su mayoría indígena, han sido víctimas, por todo un sistema perverso de desigualdad y del terrateniente explotador claro. Con toda razón buscan desesperadamente compensar ese vacío en su alma para completar su existencia. El cobro de estas deudas los motivan a exigir “justicia”! Y tienen razón. No se puede olvidar esa terrible guerra que asoló a Guatemala de 1960 a 1996. No se puede olvidar tanto martirio y tanta atrocidad cometida por ambos bandos. Guerra idiota que a la larga nos dividió más. Mientras que los cabecillas en estos momentos, gastándose el dinero que ...