REFLEXIÓN DE DICIEMBRE


Febrero ya no es el mes más loco del año. Ahora es diciembre. Todo el mundo 

anda loco por celebrar la Navidad y el año nuevo. Algunos comenzaron a celebrar 

desde el mes de septiembre con las primeras ofertas publicadas en los periódicos. 

Esa publicidad engañosa y diabólica que nos incita a todos a gastar y gastar hasta 

endeudarnos. Así es la filosofía de estos días. Hipnótica y anestésica. Si no 

gastamos no aprovechamos las "ofertas". Las tiendas y supermercados están 

saturados. Igual sucede con las tarjetas de créditos y los extra financiamientos. 

Como que fuera el fin del mundo. Bueno, sí es el fin del mundo. Un millón de 

carros circulando en la ciudad. Locos por salir a comprar cosas que no 

necesitamos para lucirle a gente que no conocemos. “Compre ahora y pague el 

otro año” reza la propaganda; quememos cohetes y bombas, comamos uvas, 

ponche y tamal porque Jesús va nacer; compremos el estreno, bailemos y 

emborrachémonos total es época para “compartir”, además, porque estamos 

nostálgicos: el arbolito de navidad, las luces y los regalos. Todo es tan absurdo. 

Tan lleno de vanidades. En estas fiestas buscamos quedar bien con todos mas no 

con nuestro prójimo. Ni siquiera conocemos el sentido de la navidad mucho menos 

lo entendemos. Tampoco el origen de la navidad. Para comenzar Jesús no nació 

en diciembre, nació entre septiembre y octubre. La Biblia lo dice lo que pasa es 

que no leemos ni escrudiñamos a fondo. Pero así nos enseñaron nuestros abuelos 

y nuestros padres. Tradiciones y costumbres que por ignorancia las convertimos 

en fiesta. Época para reflexionar dicen. ¿Reflexionar qué? Para perdonar. ¿Pero 

en verdad perdonamos de corazón?. Para amar. ¿No sería mejor amar y perdonar 

toda la vida así como Cristo nos amó y nos perdonó? Pensándolo bien, diciembre 

no es un mes loco. Nosotros somos los que estamos locos. Y más Cristo que a 

pesar de nuestros pecados, de nuestras malas actitudes y orgullo nos continúa 

abrazando con su misericordia y perdón. ¿De qué sirve en estas fechas tener 

dinero, comida, bebida y vestido si Cristo no está nuestra mesa? Una reflexión: “Si 

no tengo amor (en esta navidad), de nada me sirve darles a los pobres todo lo que 

tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás”. (1 

Corintios 13:3). Que Dios nos perdone y nos dé su paz hoy, mañana y siempre.

Comentarios

Entradas populares de este blog

PROMESAS INCUMPLIDAS

Amatitlán cumple 459 años de fundación

NOS DEJA MIGUEL MARROQUÍN GODOY