Creados con un propósito


A lo largo de la historia millones de hombres y mujeres nacieron y se murieron sin saber por qué fueron creados. Muchos ni supieron quién los creó, se fueron a la tumba creyendo que sus parientes eran los monos. Génesis 1:26 nos revela que Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, nos crearon a nosotros los seres humanos con características y capacidades exactas a ellos, con intelecto, sentimientos y voluntad propia, entre otras. No estoy afirmando que somos “diocesitos”, no me mal interprete por favor, estoy tratándole de explicar que Dios lo creó, a usted y a mí, con una visión y un propósito. No somos producto de la evolución, tampoco de una explosión. Esas teorías universitarias son los fraudes intelectuales más famosos del siglo 20. Yo me tragué el cuento y me convertí en filósofo por un tiempo. Usted y yo fuimos creados para dar vida, para gobernar y dominar la tierra (Génesis 1:28). Pero debido a que el pecado entró en el hombre (Romanos 5:12) el propósito de Dios se distorsionó. Por eso el hombre ha venido cometiendo error tras error, creyendo que está bien, que no pasa nada, no se arrepiente y hace lo que se le da la gana. Por eso muchos hoy estamos pagando las consecuencias de las malas decisiones en el pasado. Tú tienes un propósito. Así como el reloj que da la hora, la ropa que nos cubre, etc. Todas las cosas fueron creadas con una función. Hasta una piedra, sino pregúntele a David y Caín. La diferencia entre una piedra y tú es que la primera no tiene vida y tú sí. Hoy tú puedes elegir entre el bien el mal, la vida o la muerte, porque Dios puso el aliento de vida en ti (Génesis 2:7) para que disfrutara de las bendiciones de vivir, de tener una familia, de disfrutar el fruto de la tierra, de tener trabajo, etc. Si tu no hubieses estado en los planes de Dios a lo mejor serías un aerolito cumpliendo una función en el espacio. Ese el gran dilema que ha atormenta a los hombres, ¿para qué estoy aquí en la tierra?. Jamás entendieron por qué fueron colocados en la tierra. A muchos se les acabó la vida y lamentablemente jamás supieron para qué y por qué fueron creados. Se perdieron en la muerte eterna porque no conocieron a Dios y prefirieron envanecerse en sus delitos y pecados. Estando en Cristo tú puedes recuperar el equilibrio y conocimiento del propósito por cual Dios te creó.

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